sábado, 20 de abril de 2013

Uno de los nuestros...



La vida y hazañas bélicas de Rodrigo Díaz no son las historias que se narran en el «Poema del Mío Cid», pero se le parecen bastante.
Nace en torno al año 1040 en el seno de una familia de infanzones (la parte más baja de la nobleza de entonces) en Vivar, una aldea al norte de Burgos.
Mucho de lo que sabemos del Cid se lo debemos a las investigaciones de Ramón Menéndez Pidal. Poco importa que el propósito (o la conclusión) fuera encontrar un arquetipo del alma castellana, un símbolo de la sobriedad y el heroísmo, un referente de los protoespañoles. Gracias a la historiografía cristiana en latín o en incipiente lengua vernácula, diplomas y documentos de la época se puede trazar una biografía alejada de la fantasía épica, pero que casa bastante con el mito.Educado en la corte junto al príncipe Sancho, se piensa que su primer contacto con la sangre fue en la batalla de Graus, en mayo de 1063. En su debut, las tropas castellanas tuvieron a las moras como aliadas contra el enemigo común, los aragoneses. Ganaron los de Rodrigo. Sancho fue proclamado rey de Castilla en 1065 y una de sus primeras decisiones fue nombrar a Díaz general en jefe de su ejército. En este papel participó en las guerras fratricidas de su monarca contra Alfonso (León), García (Galicia) y Urraca (Zamora). No hay constancia de ninguna embajada como emisario ante doña Urraca, ni persecución contra Vellido Dolfos ni jura de Santa Gadea. Estos hechos pertenecen a la leyenda poética.

Con Sancho muerto en combate a la entrada de Zamora, Alfonso es coronado rey de Castilla y de León. Como todos los que apuestan por el caballo perdedor, el Cid quedó arrinconado en un palacio donde imponía sus designios la familia Ansúrez. Alfonso, no obstante, era sabedor de las condiciones militares de aquel valiente de Vivar. Para reconciliarse le propone matrimonio con su prima, Jimena, nieta de Alfonso V de León. La boda se celebra en Burgos, en 1074, donde se conserva la carta de arras.

Faltan diez siglos para que nazca el cobrador del frac y alguien tenía que hacer ese trabajo. En 1079 se encarga al Cid el cobro de las parias, impuesto que el caudillo moro de Sevilla de nombre Mutámid debía pagar todos los años. Camino de su objetivo es atacado por los moros de Granada, aliados en esta ocasión con los hombres del conde García Ordóñez. El Cid los vence en Cabra y mantiene durante tres días prisionero al conde, que a su vuelta a la corte se queja al rey. Al tiempo cobra fuerza el rumor de que el Cid se había quedado entre las uñas con parte del tributo, una comisión al estilo de esa España sempiterna cuyas prácticas hunden su origen en la noche de los tiempos.

La campaña contra el Cid va calando y su ardor guerrero le terminó de enemistar con el monarca. En 1081 lanzó un ataque contra el reino moro de Toledo, en tregua con Alfonso, apresa a 7.000 cautivos y recauda un gran botín. No hay vuelta atrás. Alfonso no tiene otra opción que desterrar a Rodrigo y privarle de todas sus posesiones. Le da nueve días para abandonar el reino. En la nueva aventura le acompañan vasallos, familiares y un puñado de buscavidas.
                               
Encamina sus pasos hacia Barcelona y luego a Zaragoza, donde los moros le acogen con cierta simpatía. El destierro le obliga a buscar alianzas con el enemigo natural, al que ofrece sus conocimiento militares. En una época en que las lealtades dependían del interés puntual no resultaba extraño que un caballero cristiano sirviese a príncipes musulmanes. De 1082 a 1089 ejerce como jefe del ejército del rey de Zaragoza. En este puesto sofoca una sublevación y lucha contra los cristianos catalanes y aragoneses. En una de estas acciones, en 1082, captura al conde de Barcelona. Evita, no obstante, enfrentarse con Alfonso. Ese mismo año el rey castellano sufrió un intento de asesinato en Rueda. El Cid le ofreció su ayuda y el rey le correspondió con la renovación del decreto de destierro.

La llegada de los almorávides a la Península obliga a Alfonso a replantearse la relación con el Cid, al que levanta el destierro en 1087 y devuelve sus tierras. Pero sigue sin tener sitio en la corte, por lo que retorna a Zaragoza en 1088, aunque a partir de ese momento fija su objetivo en la conquista del reino de Valencia. El monarca castellano le asigna la posesión de todas las tierras que pudiera conquistar en la zona de Levante, pero un error en su intento de ayudar a las tropas del rey cerca de la localidad murciana de Aledo, en junio de 1089, con el resultado de una estrepitosa derrota, motiva un segundo destierro.

Este nuevo rechazo real le espolea en su empeño de conquistar Valencia, a cuyo rey Alcádir exigió un tributo. Cuando los almorávides asesinaron a Alcádir, protegido del Cid, éste ordenó sitiar la ciudad con un ejército de 8.000 hombres, voluntarios todos. Que alguien fuera capaz de reclutar semejante número de personas ofrece una imagen de su poder de convocatoria. En junio de 1094 las tropas cristianas ocupan la ciudad. Comienza entonces una nueva era en la zona. El Cid defendió la ciudad de la presión almorávide e incluso extendió sus dominios. En la batalla de Consuegra (1097) perdió a su hijo Diego. Rodrigo Díaz de Vivar muere en 1099. Desde ese momento nace la leyenda.

Su contribución militar a la Reconquista fue el haber actuado de freno a la presión almorávide en el Este de España y demostrado que aunque fieros no eran invencibles. En 1101 su viuda Jimena y los fieles tienen que abandonar la ciudad ante el empuje musulmán. Los restos del guerrero fueron llevados entonces a Cardeña.

El Campeador no fue solamente un arrojado guerrero. Era un gran conductor de tropas, capaz de maniobras dinámicas y desconcertantes en el campo de batalla. Conoce a la perfección toda la estrategia militar de la época: toma por sorpresa, treta de abandono del cerco, juego de emboscada combinada con ataque frontal, doble carga de caballería...

Según los expertos, su táctica es mitad mora, mitad cristiana. Usa la algara o incursión de las tropas de caballería en un ataque rápido, también conocida como razia o aceifa. Sus acometidas revelan un prodigio de resistencia física y de facilidad en la maniobra. Cálculo e improvisación a partes iguales: un genio de la milicia.

Resulta normal su mestizaje militar, pues ha aprendido a luchar al lado de los moros de Zaragoza y Sevilla. Cuentan que durante las comidas se hacía leer historias de los grandes guerreros árabes y que instruía a sus caballos al redoble del tambor.

Así vio el siempre genial Mingote la muerte de Menéndez Pidal
El «Poema de Mio Cid» refleja un héroe de carne y hueso: guerrero, fiel vasallo, marido y padre. Ramón Menéndez Pidal lo explica así: «En el Cid se reflejan las más nobles cualidades del pueblo que le hizo su héroe: el amor a la familia, que anima la ejecución hasta de las más altas y absorbentes empresas; la fidelidad inquebrantable; la generosidad magnánima y altanera aun para con el Rey; la intensidad del sentimiento y la leal sobriedad de la expresión».

De los poemas nacionales de la literatura universal es el que relata acontecimientos más cercanos a la fecha de su creación. Se trata de un personaje heroico, pero nunca fantástico al que apoyan la veracidad histórica y la exactitud geográfica y topográfica. Es un caballero cristiano vital en su época al que la historia recuerda gracias a la literatura.

Como otros tantos mitos, la figura del Cid traspasó continentes. Hollywood no dudó en hincarle el diente en la época de los largometrajes de carácter histórico. El filme se rodó en España en 1961 con la producción de Samuel Bronston y la dirección de Anthony Mann. Charlton Heston encarnó a Rodrigo y su prometida doña Jimena fue Sofia Loren. Es una película con leyendas urbanas como que en cierta escena al Cid se le observa un reloj de pulsera o que en otro momento a los guerreros musulmanes se les ven unas zapatillas deportivas o que incluso se notan sobre la arena las huellas de un automóvil. Amén de los dimes y diretes la anécdota digna de reseña es que el propio Heston se entrevistó en Madrid con Ramón Menéndez Pidal para conocer en profundidad al personaje y poder meterse en su piel.

Covadonga..Pelayo y los 300 cristianos

 


Con acero, valor, sangre y muerte. Así vencieron los 300 soldados al mando de Don Pelayo, el primer monarca del reino de Asturias, a los miles de musulmanes que osaron asediar Covadonga, el último enclave cristiano que aún resistía en la Península Ibérica tras la invasión árabe.
                                                        
Por aquel entonces, el año 722, una pequeña parte de Asturias era lo único que quedaba en el mapa de la tierra que un día habían dominado los visigodos. No obstante, en ella habitaba un ínfimo reducto de soldados que, tras derrotar y poner en huida al ejército musulmán, inició hacia el sur la Reconquista cristiana, aventura que acabaría ocho siglos después cuando los musulmanes fueran expulsados de Granada.

Covadonga fue el pistoletazo de salida del proceso que llevaría al nacimiento, en un futuro, de los diferentes reinos ibéricos a costa de la expulsión de los musulmanes. Sin embargo, fue también la reacción tardía de un pueblo que, en tan sólo diez años, había perdido a manos del invasor la mayoría del territorio en el que un día se había asentado.

Para conocer las causas por las que Don Pelayo tuvo que iniciar la Reconquista es necesario remontarse hasta el año 711. En aquel tiempo, el control de la Península Ibérica, Hispania, pertenecía a los visigodos, un pueblo cristiano al mando del cual se encontraba el rey Don Rodrigo. Este, se había hecho con el trono después de mantener una fuerte guerra civil con los partidarios del anterior y fallecido líder Witiza, la cual finalmente había vencido.
Comienza la invasión

El sabor de la victoria no duraría demasiado a Don Rodrigo, como bien explica el periodista y profesor de bachillerato Domingo Domené Sánchez en su libro «Año 711, La invasión musulmana de Hispania». «En (...) el año 710 posiblemente llegaron a Ceuta (territorio musulmán) la viuda e hijos de Witiza en busca de ayuda para recuperar el trono», determina el experto.

Al parecer, los descendientes de Witiza, obsesionados como estaban por conseguir el trono de «Hispania» -el que consideraban suyo por derecho-, no tuvieron reparos en pedir ayuda a los musulmanes. «La llamada a fuerzas que podríamos llamar extranjeras para conseguir el poder o afianzarse en él no era nueva (...). En las ocasiones anteriores, en cambio, los extranjeros no habían aspirado a dominar toda Hispania, habían cobrado su ayuda en dinero (...) o en territorio (...) y habían dejado las cosas como estaban», añade Domené.

No sería este el caso de los musulmanes que, sabedores de la debilidad cristiana, vieron en esta lucha interna un momento perfecto para invadir la Península Ibérica. Así, Musa ben Nusayr -gobernador musulmán de Ifriqiya (Túnez)-, decidió que era el momento de hacerse con las riquezas de Hispania, empresa que encargó a un ejército de 11.000 bereberes al mando de Tariq, uno de sus más reconocidos generales.
Covadonga, la batalla donde 300 cristianos vencieron al poderoso ejército del islam

Para hacerles frente, el recién coronado Don Rodrigo partió a marchas forzadas hasta Cádiz, lugar en el que plantaría batalla junto al río Guadalete al mando de una inmensa hueste de soldados visigodos.
Guadalete, la gran derrota

«Don Rodrigo llegó a Córdoba y allí concentró su ejército para la expedición bélica. Se cree que llevaba 40.000 hombres (...) y que tomó la vía romana Córdoba-Écija-Cádiz, mientras que Tariq avanzaba por la de Algeciras-Sevilla (...). El 19 de Julio se encontraron cerca de las ruinas de la ciudad de Lacea, en el Wadi-Lakka musulmán que nosotros llamamos el río Guadalete», explica el experto en su texto.

Sin embargo, y en contra de lo que pueda parecer a primera vista, el bando cristiano no contaba ni mucho menos con una ventaja abrumadora. «En cualquier actividad los profesionales tienen ventaja sobre los aficionados y el ejército musulmán estaba formado por soldados profesionales, mientras que el godo estaba constituido en gran parte por esclavos forzados a combatir. No había pues ventaja para ninguno de los dos bandos», añade Domené.

A su vez, lo que finalmente decantó la balanza en la batalla fue la traición de los dos oficiales que manejaban los flancos del ejército de Don Rodrigo, algo que se explica en el libro «Colección de tradiciones: Crónica anónima del S.XI». «Encontráronse Rodrigo y Tariq (...) en un lugar llamado el lago, y pelearon encarnizadamente; más las alas derechas e izquierdas, al mando de Sisberto y Obba, hijos de Gaitixa (Witiza), dieron a huir, y aunque el centro resistió algún tanto, al cabo Rodrigo fue también derrotado y los musulmanes hicieron una gran matanza».

Tras la gran derrota, nunca se volvió a saber el paradero de Don Rodrigo. Muchos afirman que huyó para morir poco tiempo después de sus heridas, mientras que algunos historiadores musulmanes determinan que falleció en un combate singular contra Tariq, quien acabó con él de un lanzazo
Cuadro que recrea la batalla de Guadalete10 años para tomar Hispania

Independientemente del destino del rey, lo que es indiscutible es que, tras su derrota, no quedó nadie para hacer frente al ejército bereber. De esta forma, y en apenas 10 años, los musulmanes llevaron a cabo una rápida conquista de Hispania que relegó a los visigodos al norte.
                                          
«Aunque cuando, tanto los romanos como los musulmanes conquistaron Hispania, (...) los historiadores se han preguntado (...) cómo el tiempo empleado en la conquista fue tan diferente en los dos casos (200 años por parte de los romanos y 10 en el caso los musulmanes)», determina el experto.

No obstante, para Domené las causas están claras: «La Hispania prerromana no era una unidad política (...) No había pues, una autoridad suprema para todo el país capaz de aglutinar la resistencia o proponer la rendición frente al invasor, sino múltiples jefes supremos a los que era preciso ir sometiendo uno a uno. Por el contrario, la Hispania gobernada por los godos sí era una unidad política», afirma Domené. De esta forma, con la desaparición de Don Rodrigo, el territorio entero se vino debajo de un solo golpe.

A su vez, el pueblo hispano no opuso demasiada resistencia a los musulmanes, pues en un principio entendían que su llegada les libraría del abuso de los nobles godos, quienes solían exigir grandes tributos a la población. De esta forma, los invasores supieron ganarse la confianza de la sociedad eliminando varios impuestos.

Finalmente, una de las principales causas de la rápida conquista fue el sustento que los musulmanes tenían en la Península. «Los romanos no contaron con un apoyo interior significativo y los musulmanes sí. Además de los witizanos, los musulmanes contaron con el colaboracionismo de los judíos», añade Domené en su texto.
Comienza la resistencia

A pesar de la rápida conquista, los cristianos todavía guardaban una desagradable sorpresa a los musulmanes pues, en el norte, se empezó a gestar una resistencia en contra de la invasión. Concretamente, centenares de godos comenzaron a asentarse sobre las cordilleras cantábricas y pirenaicas.

«Bajo el hecho geográfico de la división de la franja cantábrico-pirenaica en cuatro zonas (...) podemos considerar que hubo cuatro núcleos de resistencia antimusulmana que, por simplificar, llamaremos el núcleo astur-cántabro y, en los Pirineos, el vasco-navarro, el aragonés y el catalán», señala el experto en su libro.

Aunque estos pequeños grupos de cristianos todavía no podían plantar cara a los invasores, se decidieron a defender a ultranza sus territorios, de manera que los musulmanes no tuvieron más remedio que abandonar la idea de conquistarles. En contra, se limitaron a exigirles duros impuestos y establecer fortificaciones cerca de ellos para controlar su expansión.
        
Al fin, la primera resistencia se empezaba a gestar en todo el territorio montañoso, aunque sobre todo en el núcleo astur. De hecho, no pasó mucho tiempo hasta que este pequeño grupo del norte vio subir al poder a un líder que les llevaría a la victoria: Don Pelayo.

Este supuesto noble tomó el poder a finales del año 718 cuando, cansado de los fuertes tributos a los musulmanes, convenció a sus compatriotas para dejar de pagar los impuestos. «Pelayo les debió animar a no pagar con un argumento tan simple y poderoso como el de que, si los musulmanes querían dinero, que fueran a buscarlo allí, a la montaña», determina Domené.
Covadonga, inicio de las hostilidades
                                                      
No obstante, los musulmanes reaccionaron como cabía esperar: formaron un poderoso ejército y se dirigieron con decisión hasta el núcleo astur decididos a acabar de una vez con la rebelión. Por su parte, los cristianos, de manos de Don Pelayo, decidieron plantar cara al ejército musulmán. El enclave para resistir los ejércitos arábigos fue Covadonga, un paraje situado cerca de Cangas de Onís (al este de Asturias).

Concretamente, Don Pelayo protegió este territorio con los escasos soldados que pudo reunir. «Ante el acoso musulmán, Pelayo y sus hombres, unos 300, se refugiaron en Covadonga, una cueva del monte Auseba que está al fondo de un estrecho valle en los Picos de Europa», explica el experto.

En este punto la historia se diluye y varía dependiendo de si el cronista es cristiano o musulmán. Esto se debe a que los primeros trataron el suceso como una batalla de dimensiones épicas mientras que los segundos pasan por alto este suceso y lo consideran de escasa importancia.
Puente romano de Cangas de Onís

Según los cronistas cristianos, antes de la batalla un antiguo obispo visigodo llamado don Oppas -comprado por los musulmanes- trató de convencer a Don Pelayo de rendirse. Sin embargo, este se mantuvo firme hasta el final.

«Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva y el ejército de Alqama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de la cueva. El predicho obispo (el arzobispo don Oppas, hijo de Witiza) subió a un montículo situado ante a la cueva de la Señora y habló así a Pelayo: (...) "Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas. ¿Podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos», explican las crónicas cristianas escritas en tiempo de Alfonso III.

Pelayo respondió: «¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?». El obispo no pudo más que contestar que así era. La decisión estaba tomada, don Oppas sabía que habría que combatir para expulsar a los astures y así se lo hizo saber a los invasores.

El oficial musulmán ordenó entonces que sus soldados armaran las catapultas y acabaran con la débil defensa cristina. «Se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas», narran los antiguos textos.

Sin embargo, y según los cronistas cristianos, en ese momento una fuerza divina se unió a Don Pelayo dándole la victoria frente a los 188.000 soldados del ejército musulmán. «Al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos (catapultas) y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos (musulmanes). (...) En el mismo lugar murieron 125.000 caldeos y los 63.000 restantes subieron a la cumbre del monte Auseba», determinan las escrituras.

A continuación, y siempre según los escribanos de Alfonso III, Dios volvió a intervenir: «Ni estos escaparon a la venganza del Señor; cuando (los musulmanes) atravesaban por la cima del monte que está a orillas del río Deva (...) se cumplió el juicio del Señor: el monte, desgajándose de sus cimientos, arrojó al río a los 63.000 caldeos y los aplastó a todos».

Por el contrario, las escrituras musulmanas guardan una visión mucho menos heroica. En ella, se afirma que unos pocos miles de soldados acudieron a Galicia para combatir contra «un asno salvaje llamado Pelayo». De hecho, en palabras de los islamistas, los soldados árabes cercaron a las tropas cristianas hasta que estas murieron casi en su totalidad de hambre.

«Los soldados (musulmanes) no cesaron de atacarle hasta que sus soldados (los de Pelayo) murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. (...) La situación de los musulmanes llegó a ser penosa y al cabo los despreciaron diciendo: "Treinta asnos salvajes. ¿Qué daño pueden hacernos?», afirman las crónicas traducidas por los españoles Alcántara y Albornoz.

A pesar de las múltiples versiones, Domené Sánchez expone una versión más realista y posible dentro del texto: Según el profesor, Al Qama y los suyos se vieron obligados a penetrar por un angosto valle para plantar cara a los astures. «La estrechez del terreno no les permitía desplegarse. Tenían pues que avanzar en fila. A los seguidores de Pelayo, situados en las laderas, les fue relativamente fácil hacerlos retroceder por un procedimiento tan simple como el de arrancar peñas y lanzarlas ladera abajo», afirma el experto.

su vez, determina que lo que las crónicas cristianas explican como un milagro, -el que la ladera y el río se tragaran a miles de musulmanes-, pudo haber sido más bien un afortunado desprendimiento de tierra. Finalmente, el profesor es bastante escéptico con respecto al gran número de soldados musulmanes fallecidos: «El cronista (....) fue excesivo al decir que el ejército musulmán tenía 188.000 soldados». Fuera como fuese, lo cierto es que la victoria de Covadonga supuso el inicio de la Reconquista cristiana, la cual duraría nada menos que ocho siglos. Y ya saben lo que dice el dicho: «Asturias es España y lo demás tierra conquistada».

viernes, 12 de abril de 2013

Yo Augusto

                            

Augusto Pinochet Ugarte; Valparaíso, 1915 - Santiago de Chile, 2006 General chileno que se hizo con el poder tras derrocar al presidente electo Salvador Allende y que gobernó Chile entre 1973 y 1990, reprimiendo duramente a la oposición política. Pese a la violación reiterada de los derechos humanos que tuvo lugar bajo su mandato, conservó parte de su poder y privilegios hasta 1998.

Augusto Pinochet salió de la escuela militar en 1936 con el grado de teniente de infantería y continuó sus estudios en la especialidad de geopolítica. Fue encargado de realizar misiones de relativa importancia hasta que en 1956 formó parte de la delegación militar chilena en Estados Unidos. Diez años más tarde había alcanzado el grado de coronel y poco después se le confió el mando de la IV División. A partir de ese momento su prestigio dentro de las Fuerzas Armadas fue en aumento. En 1969 alcanzó el generalato y la jefatura del estado mayor del ejército.


Augusto Pinochet

Tras el triunfo de la Unidad Popular (UP) encabezada por Salvador Allende en 1970, catalizó el malestar de los sectores más conservadores del ejército y de la sociedad chilena ante el avance de la izquierda. En el contexto de una campaña de desestabilización de las instituciones estatales, en 1973 el legalista general Carlos Prats fue obligado por sus compañeros a renunciar a sus cargos de ministro de Defensa y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas; fue sustituido por el general Pinochet, quien, con el apoyo de Estados Unidos, el 11 de septiembre encabezó el golpe de Estado que derrocó el régimen de Allende. El Palacio de la Moneda fue bombardeado y el presidente Salvador Allende, que se encontraba en su interior, se negó a rendirse y murió en el palacio presidencial.

Pinochet desencadenó una dura represión con el objetivo de eliminar a la oposición política y concentró en su persona casi la totalidad de los poderes del Estado. Los servicios de inteligencia, la DINA y el Centro Nacional de Información (CNI), creado en 1977, tuvieron un importante papel en la represión y en el régimen autoritario que instauró. La persecución de los opositores al régimen traspasó incluso las fronteras nacionales, como lo demuestran, entre otros, los atentados que costaron la vida al general Prats en Buenos Aires y a Orlando Letelier en Washington, en 1974 y 1976 respectivamente.

Tras la promulgación de varias actas constitucionales, en 1980 aprobó una nueva Constitución de carácter autoritario, que aseguró su permanencia en el gobierno hasta 1989. Eliminada toda oposición política y sindical, su régimen instituyó una nueva política económica basada en los principios neoliberales y monetaristas. Su severo plan de ajuste supuso un drástico recorte de los salarios y la privatización de las empresas públicas.

Tras las recesiones de 1975, 1976, 1982 y 1983, la economía diseñada por su régimen comenzó a dar rendimientos y a experimentar una gran expansión, hasta el punto de que fue tenida como modélica en América Latina. Seguro de sus logros políticos y económicos y de su autoridad e influencia en el país, en 1988 convocó un referéndum dentro del marco previsto por la Constitución. Las urnas no le fueron favorables, y con el triunfo de la oposición política coaligada en Concertación Democrática (CD), se inició el proceso de transición a la democracia, marcada por la moderación y por el enorme poder que conservaba Pinochet.
 

lunes, 1 de abril de 2013

Odin y sus diosas walkirias



Odin y sus diosas walkirias


En su aspecto guerrero, comanda sobre su caballo de ocho patas, Sleipnir, la Asgardreid, la cacería salvaje, al frente de sus guerreros muertos, manifestándose en la noche por un gran ruido de cascos y relinchos. En ella participa acompañado por su esposa Frigg y sus dos lobos Geri y Freki. Y pobre de aquel incauto que se la tropieza, pues se ve incorporado a ella para nunca más regresar al mundo de los vivos


Odín está casado con 3 mujeres. Cada una de ellas simboliza una parte de la tierra:Frigg, la reina de los Ases, diosa del hogar, la fertilidad y el amor. Conoce el futuro de todos los seres, pero no lo cuenta a nadie. Simbolizaba la tierra cultivada. Con ella tuvo tres hijos:
Báldr, (también llamado Balder o Baldur) el resplandeciente, muerto por las arteras insidias de Loki,
Hodr, el enigmático dios ciego que sin pretenderlo mata a su hermano Báldr
Hermodr, el ardiente en el combate, que tras la muerte de su hermano Báldr monta a Sleipnir y desciende a los infiernos para rogar a la diosa Hela que lo libere
· Jörd, la Vanir, que fue esposa y hermana de Njord, y con él, madre de los gemelos sagrados Freyr y Freyja. Esta diosa simbolizaba la tierra primigenia y salvaje, virgen de la huella humana. Con ella tuvo dos hijos:

o Thor, dios del trueno y la fuerza bruta
o Meili, dios desconocido del que lo único que se sabe es que existe.


· Ring, la giganta de la escarcha. Simbolizaba a la tierra invernal y helada. Con ella tuvo a Vali, llamado a vengar la muerte de su hermano Baldr. Es el dios de los arqueros, señor de la luz eterna, llamado también Liosberi, el portador de la luz.

Odín, además de su caballo de ocho patas Sleipnir, y de sus dos lobos, va siempre acompañado de dos cuervos, Hugin y Munin, Pensamiento y Memoria, que ven todo lo que sucede y se lo transmiten para que lo conozca. Odín posee numerosos objetos mágicos “requisados” a los enanos o fabricados expresamente para él por ellos. Entre ellos está la lanza Gungir, que nunca falla en el blanco y con la que desencadena guerras y conflictos, y el anillo mágico Draupnir, que cada nueve noches produce otros nueve anillos iguales a él, salvo en la capacidad de reproducirse

Los Nibelungos.. las walkirias..y Sigfrido
La tradición escandinava dice que sólo aquellos que morían combatiendo tenían derecho de ser llevados al Valhala o morada de los dioses, porque Wotan no quería más que a los hombres fuertes y poderosos; los que morían por enfermedad o pacíficamente en su cama debían ir a un mundo inferior. Las walquirias, hijas del dios, pasaban por el aire a gran velocidad, para acudir a donde hubiera un combate mortal ; cuando uno de los combatientes moría, ellas le llevaban al Valhala, la morada de los dioses, donde era resucitado y vivía la gloria por siempre jamás. La enseñanza es que sólo los nobles y valerosos que luchan en la batalla de la vida hasta su muerte son dignos del progreso, no los conformistas o quienes se resignan ante las condiciones adversas.
La Walkiria muestra a los hombres liberados del miedo original enfrentando a los poderes tenebrosos guiados por el inmundo enano Alberich. Los dioses descienden entre los hombres para ayudarles y les enseñan la sabiduría. Brunilda, la altiva hija de Wotan es el personaje central." Sigmundo y Siglinda, hermanos Walsung, raza de esencia divina y perseguida, separados por la desgracia, vuelven a encontrarse; él obtiene la poderosa espada dejada en un tronco por Wotan para quien pueda arrancarla de allí (la fuerza sólo es para quienes son merecedores). Sigmundo, culpable de su amor incestuoso debe ser inmolado y muere en combate con Hunding, esposo de Siglinda.
La célebre "Cabalgata de las Walquirias" sirve de preludio del acto tercero en el que Brunilda anuncia a Siglinda que un hijo conservará la espada de Sigmundo; es el consuelo divino, que comenta el tema de la redención por el amor (que adquirirá toda su importancia en la escena final de El Ocaso de los Dioses). Esto enfurece a Wotan que condena a Brunilda, por su desobediencia, a un sueño del que sólo será despertada por quien habrá de ser su esposo. Loge enciende alrededor de ella una muralla de fuego y el tema de Sigfrido, guardián de la espada, anuncia que será él quien atraviese el círculo protector dentro del cual duerme la walquiria.

"Sigfrido".

Él es el prototipo de héroe germánico, valeroso y noble, dotado de todas las virtudes e inmune al miedo; oponiéndose a las fuerzas del mal mata a Fafner y se apodera del anillo mágico. Descubre el amor con Brunilda pero la superioridad de los dioses ha terminado porque ella pierde su divinidad pero adquiere la facultad y el derecho de amar, todo lo cual está maravillosamente expuesto en una música brillante que es "El Idilio de Sigfrido". Al sucumbir a la pasión terrena, la walkiria ha destruido las defensas del Valhala, fortaleza de los dioses y ha desatado las runas:
"¡Crepúsculo de los dioses, sal del abismo;Noche de la nada, nubla el mundo!".

                  El Mito de Tristán e Isolda .
La muerte tendría que cumplir la función de liberar al hombre del peligro de despertar, pero ¡en qué forma!, durante la más profunda intimidad humana: la unión de amor. Sin embargo, los restos de conciencia humana, la tremenda individualidad y el fatal egoísmo, enemigo implacable de la dicha de los mortales, hacen que Tristán fuerce activamente a la muerte a venir, desgarrándose las vendas de sus heridas en el momento mismo que siente la dicha inmensa de ver que Isolda le ofrece la más ferviente prueba de un grande y ciego, por lo mismo verdadero, amor: su llega junto a su lecho de dolor, luego de haberlo buscado desesperada y de haber abandonado todo, decidida a afrontar todas las consecuencias de su pasión. Ella siente en lo más profundo de su ser la barbaridad e inconsecuencia desesperada de la acción individual asumida por Tristán al buscar la muerte sin ella, solo, en la plenitud de su pasión inconmensurable.

los 9 reinos..mitologia germana
                                       El gigantesco fresno se ancla en el centro del universo, donde estuvo el corazón del gigante Ymir, gracias a sus raíces que se nutren de tres fuentes mágicas. La primera se dirige hacia la Fuente de Hvergelmir. La segunda a la fuente de Mimir. La última a la Fuente de Urd, en la casa de las Nornas, señoras del Destino. (En otro artículo hablaremos en profundidad de estos manantiales, dada su importancia).


Estos nueve mundos están situados a lo largo del árbol sagrado y desde lo más alto de su copa, donde se sitúa el Muspelheim, descendemos por el tronco, donde está el Midgard, la tierra del medio, hasta las tres raíces, donde se ubican los otros mundos
Estos son los nueve mundos:


1. MUSPELHEIM
Es el mundo primordial de fuego. Queda situado en lo más alto del árbol en el momento de su creación. De él brotaron las chispas que al fundir el hielo del Jotunheim, cuando se juntaron en el Ginnungagap, el vacío eterno, dieron lugar al origen de la tierra. Surt “el negro” es su rey y en él viven los gigantes de fuego, gobernados bajo su espada ígnea.


2. MIDGARD,
El Reino de los Hombres, está situada en el tronco. Está rodeado por una cerca hecha con las pestañas de Ymir. Ahí en ese lugar casi sin importancia, fue donde nos colocaron los dioses después de crearnos, a partir de dos trozos de árbol.


3. ASGARD,

El Reino de los Ases, está situado bajo una de las raíces, la que se hunde en la fuente de Urd, la mayor de las Nornas. Allí tienen su lugar de reunión, sus moradas y sus santuarios los dioses. Allí está el Valaskialf, la sala de Odín techada de plata pura, donde se encuentra su trono, el Hlidskiaf. Cuando se sienta allí, ve todos los mundos y lo que en ellos sucede. Allí es donde acuden Hugin y Munin, Pensamiento y Memoria, sus cuervos, a llevarle noticias. En su extremo sur se encuentra Gimle, la sala más hermosa, la que seguirá en pie cuando hayan sido destruidos tanto el cielo como la tierra y donde vivirán por siempre los hombres buenos y justos.

Heimdall

El Vingolf o Valhalla, es donde Odín acoge a la mitad de los Einheriar, los héroes muertos en la batalla, y los entrena para que luchen a su lado en el Ragnarok, atendidos por la Valkirias. Junto a ella está Folkvang. Allí Freiya, la reina de las Doncellas guerreras, acoge a la otra mitad de los héroes caídos.
Este mundo maravilloso se encuentra unido a los otros mundos por un puente mágico el Bífrost, el arcoíris, por el que cruzarán los gigantes en el Ragnarok y que se encuentra custodiado por Heimdall, el blanco, el hijo de Odín que jamás duerme. ALFHEIM

Freyr

También conocido como Liosalfheim, es el Reino de los elfos de la Luz, los Lios Alfar. Es también el verdadero hogar del dios Vanir Freyr, pues él es el señor de los elfos y es reverenciado por ellos. Se sitúa en el interior del Asgard
5. VANAHEIM
Es el Reino de los Vanes, a donde se traslada a vivir Hónir, el As, cuando tras la guerra entre Ases y Vanes, se firma la paz con la entrega de rehenes. También está situado en el interior del Asgaard
6. JÖTUNHEIM

Frazetta: Los gigantes de la escarcha

El Reino de los gigantes de la escarcha y de los de roca, está situado en una de las raíces, la que se hunde en la fuente de Mimir, donde se guarda la sabiduría y la inteligencia.


7. SVARTÁLFAHEIM
Es el Reino de los elfos oscuros o Svart Alfar y también de los enanos. Está situado en el interior de la tierra del Jothunheim y en el interior de la tierra es donde viven estos seres asexuados, creados por los dioses a partir de los gusanos que devoraban la carne putrefacta de Ymir y a los que dotaron de inteligencia y sabiduría sobrenaturales

8. NIFLHEIM

El Reino de las tinieblas eternas, envuelto por la niebla, se hunde en la fuente de Hvergelmir. En él habita la serpiente Nídhöggr que rodea el mundo y roe sin cesar las raíces del fresno perenne Yggdrasil. En él hay muchas estancias, y todas son terribles y sombrías, como el palacio de Hler, el gigante rey del océano, en el fondo del abismo, donde son llevados los que se pierden en el mar.
9. HELHEIM
El Reino de los muertos, está situado en una de las partes más oscuras y tenebrosas del enorme y gélido Niflheim. En este mundo terminan los que han muerto por enfermedad, vejez o accidente, y una vez se entraba en él ni siquiera los dioses pueden salir, a causa del interminable, inagotable e intransitable río Gjöll, que lo rodea. Está gobernado por Hela, monstruosa hija de Loki. La entrada está custodiada por un perro conocido como Garm, aquel que en el Ragnarok se enfrentará al dios supremo Tyr. Por supuesto todos los criminales irán al Helheim, pero para estos hay un área especial dentro del terrible recinto, El Nastrand (Playa de cadáveres) también conocido como Naströnd y Nastrandir. Es una sala dentro del Hel donde irán las almas de las personas viles, los asesinos, los perjuros y los mentirosos notorios. También en Nastrand como en el resto del Helheim el sol nunca brilla y las puertas de la sala se abren todas hacia el norte. Las paredes están cubiertas con serpientes que miran todas hacia adentro y escupen sin parar un veneno cruel que fluye en torrentes por la sala hasta que salen por las puertas y dan lugar al rio Slid. Estos torrentes de veneno lo llenan todo con vapores mefíticos.