domingo, 7 de septiembre de 2014

Defensa de la Inquisicion

Ciertamente, Jesucristo era tolerante con los pecadores, pero mostró implacable severidad hacia los herejes de su tiempo, es decir, con los fariseos. Los supuestos horrores de la Inquisición generalmente encabezan la lista de argumentos de los enemigos de la Iglesia, la leyenda negra de la Inquisición ha impregnado nuestras mentes a tal punto, que hoy, la mayoría de los católicos es incapaz de defender esta época de la historia de la Iglesia, no obstante, los estudios históricos más serios han reconocido que la Inquisición era un tribunal honesto, el cual buscó convertir a los herejes más que castigarlos; condenó a relativamente pocas personas a la hoguera y sólo empleaba la tortura en casos excepcionales. En el mejor de los casos, estos católicos la justifican invocando peores barbaridades que suceden en nuestra “iluminada” época, pero es más frecuente que muchos se unan al coro de anticlericales. Sin embargo, los santos quienes vivieron en la época de la Inquisición nunca la criticaron, excepto para quejarse que ésta no reprimía suficientemente la herejía. El Santo Oficio revisó los escritos espirituales de Santa Teresa de Ávila, para verificar si no eran parte de un caso de falso misticismo, ya que en ese tiempo hubo muchos casos de falsos místicos entre los “Alumbrados” de España. Muy lejos de ver esto como un sistema de intolerancia, Santa Teresa confió con tranquilidad en el juicio del tribunal, el cual, de hecho, no encontró nada sospechoso en sus escritos. Ahora, los santos nunca fueron temerosos para denunciar los abusos del clero, por supuesto, esta era una de sus principales funciones. ¿Cómo se considerará el hecho que la Iglesia ha canonizado a no menos de cuatro Gran Inquisidores: Pedro Mártir (murió en 1252), Juan de Capistrano (murió en 1456), Pedro de Arbués (murió en 1485) y Pío V (murió en 1572)? Santo Domingo (m. 1221) por supuesto ha sido asociado al tribunal de la Inquisición como representante papal. Sin embargo, el mito difamatorio de la Inquisición todavía circula en la opinión pública. Voltaire dijo que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Pero la razón fundamental de la persistencia de este mito parece ser este: Uno puede trabajar en vano en demostrar que la Inquisición no era tan terrible como se cree que fue, esto no convencerá a las mentes modernas, ya que su principio de intolerancia religiosa es inaceptable hoy. Así que, para entender el acontecimiento histórico de la Inquisición uno debe entender la doctrina tradicional de la Iglesia sobre libertad religiosa.
La doctrina del Syllabus reconoció para la Iglesia y para el Estado un poder de restricción o coacción en materia de religión y estaba en armonía con la tradición católica. El Papa león X (1513-1521) específicamente condenó las proposiciones de Martín Lutero, las cuales afirmaban que la Iglesia no tenía el derecho de quemar herejes. Belarmino y Suárez también defienden el derecho de la Iglesia para imponer la pena de muerte, con la condición de que la sentencia sea ejecutada por el poder secular, es decir, por el Estado. Santo Tomás de Aquino apoyó el uso de esta limitación, incluso física, para combatir la herejía. San Agustín apeló a la autoridad imperial (romana) para suprimir el cisma donatista por la fuerza. En el Antiguo Testamento se castigó a los idólatras y blasfemos con la muerte. 
Los partidarios de la libertad religiosa [del CVII] siempre invocan la tolerancia y la caridad evangélica como opuestas a la doctrina tradicional de la Iglesia en su tarea de no tolerar las falsas religiones. Esta oposición es, sin embargo, un mero sofisma. Ciertamente, Nuestro Señor Jesucristo era tolerante con los pecadores, pero mostró implacable severidad hacia los herejes de su tiempo, es decir, con los fariseos. Los modernistas evitan citar los pasajes del Evangelio que muestran esta inflexibilidad divina. ¿Acaso no es la condenación lo que se obtendrá por no creer (San Marcos XVI,16), una aflicción mucho más espantosa que cualquier castigo impuesto por tribunal humano? Inclusive San Juan prohíbe dar la bienvenida a los herejes (2 San Juan 10). San Pablo milagrosamente priva de la vista a Elimas, mago y falso profeta. San Pedro no vacila en castigar con la muerte a Ananías y Safira por robarle a la comunidad (Hechos V,1-11).

En el verdadero Evangelio no existe ningún ejemplo sobre moral y doctrina laxas y que los modernistas califican como “tolerancia” y “libertad de conciencia”. Jesucristo era paciente y misericordioso con los pecadores arrepentidos, pero Él nunca le reconoció derechos a los errores y expuso y condenó públicamente a quienes con obstinación propagaban errores. La Inquisición adoptó esta actitud hacia los herejes.