viernes, 28 de junio de 2013

300 iberos hicieron correr a Escipión


La leyenda ibera..

La leyenda ibera..Trescientos iberos desertaron a Escipión
En la Historia antigua de ESPAÑA, un nombre surge con brío entre la niebla del tiempo y enardece a los españoles que tienen en esta gesta, el recuerdo imborrable del alma indómita del guerrero ibero... Numancia...¿Quien no ha soñado alguna vez estar presente en los campamentos iberos al aire libre, afilando la falcata, hablando en el antiguo dialecto de la raza de la última escaramuza contra el invasor romano?...Esa aureola de libertad de que goza la raza celtíbera, nuestro más lejano antecesor culturalmente hablando , impregna lo más arcaico de nuestro sentir como pueblo...la libertad, el amor a la independencia y el aguerrido espíritu de lucha que ya entonces, nos llamaron a combatir al invicto invasor romano como poco antes hacíamos contra el bravo cartaginés...Numancia...la última frontera de nuestra libertad...Numancia...el escarmiento de Roma para con el fiero ibero...NUMANCIA...el recuerdo de una gesta...Pero no sólo es este episodio el único que nos habla del carácter del poblador celtíbero de nuestras tierras...Antes ya fue SAGUNTO... Los Guerreros Iberos
Los autores antiguos describen a los guerreros iberos vestidos con túnicas cortas blancas con ribetes de púrpura y sus falcatas íberas en la mano. Probablemente las túnicas no fueran "blancas", sino del color natural de la lana, al igual que ocurre con las togas romanas, y probablemente la púrpura de los ribetes no fuera tal, sino una franja de color escarlata...En realidad, es evidente que todos los guerreros españoles no vestían de igual manera, ni mucho menos, pero esta indumentaria sí que era la más corriente y por la que los romanos identificaron a los españoles del ejército de Aníbal. Una estética que es la más repetida en el arte ibero.

El famoso relieve de Osuna (Sevilla) muestra la imagen más conocida del guerrero con su espada íbera. Los guerreros españoles usaban una gran variedad de corazas para protegerse en combate. La más sencilla era el pectoral que en aquella época también utilizaban los legionarios romanos y que constaba de una placa de metal circular que protegía el pecho, a la que se unían con tiras o piezas de cuero las hombreras y espaldera.

El arma más conocida de los iberos es la mítica falcata...La falcata es un arma de origen español, es la precursora estilizada del gladius hispaniensis o espada romana, que tras la llegada de Roma a España pasó a formar parte del equipo militar del legionario. La hoja de la falcata mide aproximadamente unos 45 cm. de longitud, es decir, la longitud del brazo, aunque en realidad no había dos falcatas iguales, ya que estas valiosas espadas se fabricaban de encargo, por lo que cada una tenía unas medidas según el brazo de su dueño.
En todo el Mediterráneo se admiraba la calidad de estas armas, fabricadas con un mineral de hierro de altísima pureza. Su flexibilidad era tal que los maestros armeros la colocaban sobre sus cabezas doblándolas hasta que la punta y la empuñadura tocaban sus hombros. Si la espada volvía a su posición recta al soltarla de golpe era una obra de arte, si no, se fundía para volver a fabricarla...Era un arma diseñada para la lucha cuerpo a cuerpo, ideal para ser usada en enfrentamientos con escudo, cara a cara, en choque frontal como un largo puñal con el que "pinchar" de frente...Su afilada punta la hacía capaz de penetrar las piezas de cuero de las juntas de la usual protección del infante de la época y punzar en el cuerpo una decena de centímetros, letales para cualquier enemigo...

Los romanos adaptaron su propia empuñadura a la falcata, más elaborada que la ibera, con un agarre forrado de tiras de cuero húmedas que una vez secas, conseguían un estupendo asidero y un pomo adornado capaza de golpear de arriba abajo, convirtiéndola así en su gladius, el arma que hizo de la Legión Romana un perfecto instrumento de lucha...pero el pugio o puñal continuó con la típica empuñadura ibera simple, sin pomo y con los dedos protegidos del corte de la hoja rival.
Los iberos utilizaban dos tipos de escudos: el céltico, ovalado, y la caetra, que era redondo y más pequeño.
Mención aparte merecen los famosos honderos de las islas baleares que formaron uno de los cuerpos de elite más conocidos de la Antigüedad llegando a formar parte de las tropas auxiliares de Julio César.

En las tumbas de guerrero encontradas, las armas iberas se encuentran cuidadosamente dobladas, inutilizadas, ya que eran armas personales, fabricadas para cada guerrero en concreto y "no debían" ser utilizadas por ningún otro. Por eso se enterraban inutilizadas con su dueño...El vínculo que unía al guerrero español con sus armas era más fuerte que la muerte...por ello preferían morir en combate antes que rendirse y entregar sus armas al enemigo vencedor...El deshonor de ser tomado como rehén o esclavo pudiendo haberse defendido con sus armas de la prisión no era comparable a caer muerto por su rival...
Como guerreros, los españoles eran lo mejor y más capaz de los auxiliarii o tropas auxiliares de la formación romana. Púnicos y romanos los utilizaron ampliamente, sobre todo a la infantería ligera y a los honderos baleares, cuya mortífera destreza en el manejo de la honda era muy apreciada por su efectividad en la fase de hostigamiento al enemigo que precede al combate. Cada nación tenía sus propias armas y su modo de utilizarlas. En España, al utilizarse la espada corta, la formación era en línea, netamente ofensiva, ya que la falcata es una poderosa arma que de poco sirve a la defensiva. De ahí la tremenda mortandad causada por los iberos de Aníbal en Cannas y posteriormente a las legiones romanas que invadieron Hispania.

En conjunto, la táctica ibera fue literalmente copiada por los romanos tras la I Guerra Púnica...El infante hispano portaba el temible soliferrum, una lanza de larga punta metálica especialmente diseñada para perforar cualquier tipo de escudo, aún cuando éste estuviera forrado en metal. Tras lanzarlo en trayectoria parabólica contra las primeras líneas del enemigo, debilitando su empuje, desenvainaba su temible espada corta y, protegido por su escudo atacaba usando la espada para "pinchar", con el brazo moviéndose perpendicular al cuerpo. Esta forma de combatir, con el cuerpo bien protegido, empujando de frente con fuerza y buscando romper la línea contraria era letal contra un enemigo que usaba su espada para "golpear" y que descubría parte de su cuerpo al alzarla, momento que aprovechaba el ibero para atravesarlo con su bien diseñada falcata.
Los romanos quedaron tan impresionados por esta forma de luchar en Cannas que cuando llegaron a España adoptaron el gladius, ahora llamado hispaniesis, como arma estándar y al soliferrum, el nuevo pilum romano, como lanza de ataque. Puesto que el escudo romano, el típico escudo rígido samnita, era mejor que el celta y proporcionaba mayor protección, las legiones romanas se convirtieron en auténticas "máquinas de picar carne", aunque frente a las tropas iberas, con generaciones enteras de entrenamiento a sus espaldas, sufrieron grandes desastres uno tras otro...¿Por qué? porque la legión basada en el manipulo*, no era la unidad más apropiada para este tipo de táctica, táctica que encontraría su pleno rendimiento en las nuevas legiones de Mario en las que las cohortes* actuaban como un bloque, arrasando las líneas enemigas...Exactamente igual a como actuaron losauxiliarii iberos que utilizó Aníbal en Cannas mezclados con los galos que combatían en falange*, es decir, en líneas compactas...es fácil deducir que el Barca supeditó la táctica gala a la ibera pues alternó formaciones iberas y galas al no fiarse de éstos últimos, sabiendo que los aguerridos iberos cumplían siempre con las órdenes hasta el final.
*Cohorte: Unidad táctica de infantería del antiguo ejército romano; formada por unos 480 hombres, constituía la décima parte de una legión romana. Por lo general, los veteranos ocupaban la primera y última fila de la cohorte. A su vez, la cohorte se componía de 3 manípulos de 160 soldados, pues cada manipulo estaba compuesto por 2 centurias de 80 hombres. Su nombre puede provenir del verbo latino cohortari (arengar), debido a que la fuerza de la cohorte estaba relacionada con el número de hombres que podían escuchar juntos la voz del jefe que les ordenaba la actuación en el campo de batalla.
*Manipulo: Unidad de la legión romana, compuesta por un total de 160 infantes. Tras la reforma hacia el año 100 a.d.C del cónsul Cayo Mario que profesionalizó el ejército cada manipulo estaba compuesto a su vez por dos centurias de 80 hombres cada una. Tres manípulos formaban a su vez una cohorte de 480 hombres. El manipulo romano venía a equipararse al batallón de infantería actual.
*Falange: Organización táctica de infantería creada en la Grecia Antigua y luego imitada por varias civilizaciones mediterráneas. Por extensión, los autores antiguos suelen llamar falange a cualquier ejército o conjunto de tropas que combate formando una única fila cerrada de combatientes muy próximos entre sí con un solo frente, que formaba con una profundidad de entre 8 y 16 guerreros. El término es de origen griego, φάλαγξ (phálanx) usado para la describir formación defensiva utilizada por los hoplitas, que constituían la falange clásica. El asedio a Numancia.
"No mucho después, estableció dos campamentos muy próximos a Numancia y puso al frente de uno de ellos a su hermano Máximo, en tanto él en persona se encargaba del otro. A los numantinos, que con frecuencia salían fuera de la ciudad en orden de combate y le provocaban a la lucha, no les hacía caso alguno, porque consideraba más conveniente cercarlos y reducirlos por hambre que entablar un combate con hombres que luchaban en situación desesperada. después de establecer siete fuertes en torno a la ciudad, comenzó el asedio y escribió cartas a cada una de las tribus aliadas indicando el número de tropas que debían enviar. Tan pronto como llegaron, las dividió en muchas partes y también subdividió a su propio ejército. A continuación, designó un jefe para cada una de esas partes y ordenó rodear la ciudad de una zanja y una empalizada. La circunferencia de Numancia era de veinticuatro estadios, y aquélla de los trabajos de circunvalación, de más del doble de esa cifra. Todo este espacio de terreno fue dividido y asignado a cada una de esas partes y se les ordenó que, si los enemigos lanzaban un ataque contra un punto determinado, se lo indicaran con una señal; durante el día, con un trapo rojo colocado sobre la punta de una alta pica, y de noche, con fuego, a fin de que, tanto él como Máximo, pudieran ayudar a los necesitados corriendo junto a ellos. Una vez que tuvo adoptadas todas las medidas y podía ya rechazar eficazmente a los que trataban de impedirlo, cavó otro foso detrás, no lejos de aquél, lo fortificó con una empalizada y construyó un muro de ocho pies de ancho y diez de alto sin contar la almenas. Erigió torreones a lo largo de todo este muro, a intervalos de cien pies. Como no le fue posible prolongar el muro de circunvalación alrededor de la laguna adyacente, la rodeó de un terraplén de igual anchura y altura que las de la muralla para que sirviera a manera de muralla."
"De este modo, Escipión fue el primero, según creo, que cercó con un muro a una ciudad que no rehuía el combate. El río Duero fluía a lo largo del cinturón de fortificaciones y resultaba de mucha utilidad a los numantinos para el transporte de víveres y para la entrada y salida de sus hombres. Éstos, buceando o navegando por él en pequeños botes, pasaban inadvertidos o bien lograban romper el cerco con ayuda de la vela, cuando soplaba un fuerte viento, o sirviéndose de los remos a favor de la corriente. Como no podía unir sus orillas por ser ancho y muy impetuoso, construyó dos torreones, en vez de un puente, uno en cada orilla y desde cada uno colgó, con cuerdas, grandes tablones de madera que dejó flotar a lo ancho del río, y que llevaban clavado numerosos dardos y espadas. Estos tablones, entrechocando continuamente, debido al corriente que se precipitaba contra las espadas y los dardos, no permitían pasar a ocultas ni a quienes lo intentaban nadando, sumergidos o en botes. Y esto era lo que en especial deseaba Escipión que, al no poder establecer contacto nadie con ellos ni tampoco entrar, no tuviesen conocimiento de lo que sucedía en el exterior. De este modo, en efecto, llegarían a estar faltos de provisiones y de material de todo tipo."
"Cuando todo estuvo dispuesto y las catapultas, las ballestas y las máquinas para lanzar piedras se hallaban apostadas sobre las torres, y estaban apilados junto a las almenas piedras, dardos y jabalinas, y los arqueros y honderos ocupaban sus lugares respectivos en los fuertes, colocó a lo largo de toda la obra de fortificación numerosos mensajeros, que de día y de noche debían comunicarle lo que ocurriera transmitiéndose unos a otros las noticias. Cursó órdenes por cada torre, en el sentido de que, si ocurría algo, hiciera una señal el primero que tuviera problemas y que todos los demás le secundaran de igual modo cuando la vieran, a fin de que pudiera enterase más rápidamente, por medio de la señal, de la perturbación, y, por medio de los mensajeros, de los detalles. El ejército estaba integrado por sesenta mil hombres, incluyendo las fuerzas indígenas. Dispuso que la mitad se encargara de la guardia de la muralla y de acudir a donde fuera necesaria su presencia; veinte mil hombres debían combatir desde los muros, cuando la ocasión lo requiriese, y otros diez mil constituirían un cuerpo de reserva de éstos. También a cada una de estas tropas le fue asignada una posición y no les estaba permitido intercambiarla sin órdenes previas. Sin embargo, debían lanzarse de inmediato al puesto ya asignado, tan pronto como se diera una señal de ataque. Tan concienzudamente tenía dispuesta Escipión todas las cosas."
"Los numantinos, en muchas ocasiones, atacaron a las fuerzas que vigilaban la muralla por diferentes lugares, y la aparición de los defensores era fugaz y sobrecogedora; las señales eran izadas en alto desde todos los lugares, los mensajeros corrían de un lado a otro, los encargados de combatir desde los muros saltaban hacia sus lugares en oleadas, las trompetas resonaban en cada torre de tal modo que el círculo completo presentaba para todos el aspecto más temible a lo largo de sus cincuenta estadios de perímetro. Y Escipión recorría este círculo para inspeccionarlo cada día y cada noche. Estaba firmemente convencido de que los enemigos, así copados, no podrían resistir por mucho tiempo al no poder recibir ya armas ni alimentos ni socorro."
"Pero Retógenes, un numantino apodado Caraunio, el más valiente de su pueblo, después de convencer a cinco amigos, cruzó sin ser descubierto, en una noche de nieve, el espacio que mediaba entre ambos ejércitos en compañía de otros tantos sirvientes y caballos. levando una escala plegable y apresurándose hasta el muro de circunvalación, saltaron sobre él, Retógenes y sus compañeros, y después de matar a los guardianes de cada lado, enviaron de regreso a sus criados y, haciendo subir a los caballos por medio de la escala, cabalgaron hacia las ciudades de los arevacos con ramas de olivo de suplicantes, solicitando su ayuda para los numantinos en virtud de los lazos de sangre que unían a ambos pueblos. Pero algunos de los arevacos no les escucharon, sino que les hicieron partir de inmediato, llenos de temor. Había, sin embargo, una ciudad rica, Lutia, distante de los numantinos unos trescientos estadios, cuyos jóvenes simpatizaban vivamente con la causa numantina e instaban a su ciudad a concertar una alianza, pero los de más edad comunicaron este hecho, a ocultas, a Escipión. Éste, al recibir la noticia alrededor de la hora octava, se puso en marcha de inmediato con lo mejor de sus tropas ligeras y, al amanecer, rodeando a Lutia con sus tropas, exigió a los cabecillas de los jóvenes. Pero, después que le dijeron que éstos habían huido de la ciudad, ordenó decir por medio de un heraldo que saquearía la ciudad, a no ser que le entregaran a los hombres. Y ellos, por temor, los entregaron en número de cuatrocientos. Después de cortarles las manos, levantó la guardia y, marchando de nuevo a la carrera, se presentó en su campamento al amanecer del día siguiente."
"Los numantinos, agobiados por el hambre, enviaron cinco hombres a Escipión con la consigna de enterarse de si los trataría con moderación, si se entregaban voluntariamente. Y Avaro, su jefe, habló mucho y con aire solemne acerca dél comportamiento y valor de los numantinos, y afirmó que ni siquiera en aquella ocasión habían cometido ningún acto reprochable, sino que sufrían desgracias de tal magnitud por salvar la vida de sus hijos y esposas y la libertad de la patria. "Por lo que muy en especial -dijo-, Escipión, es digno que tú, poseedor de una virtud tan grande, te muestres generoso para con un pueblo lleno de ánimo y valor y nos ofrezcas, como alternativas de nuestros males, condiciones más humanas, que seamos capaces de sobrellevar, una vez acabamos de experimentar un cambio de fortuna. Así que no está ya en nuestras manos, sino en las tuyas, o bien aceptar la rendición de la ciudad, si concedes condiciones mesuradas, o consentir que perezca totalmente en la lucha". Avaro habló de esta manera, y Escipión, que conocía la situación interna de la ciudad a través de los prisioneros, se limitó a decir que debían ponerse en sus manos junto con sus armas y entregarle la ciudad. Cuando le comunicaron esta respuesta, los numantinos, que ya de siempre tenían un espíritu salvaje debido a su absoluta libertad y a su falta de costumbre de recibir órdenes de nadie, en aquella ocasión aún más enojados por las desgracias y tras haber sufrido una mutación radical en su carácter, dieron muerte a Avaro y a los cinco embajadores que le habían acompañado, como portadores de malas nuevas y, porque pensaban que, tal vez, habían negociado con Escipión su seguridad personal."
"No mucho después, al faltarles la totalidad de las cosas comestibles, sin trigo, sin ganados, sin hierba, comenzaron a lamer pieles cocidas, como hacen algunos en situaciones extremas de guerra. Cuando también les faltaron las pieles, comieron carne humana cocida, en primer lugar la de aquellos que habían muerto, troceada en las cocinas; después, menospreciaron a los que estaban enfermos y los más fuertes causaron violencia a los más débiles. Ningún tipo de miseria estuvo ausente. Se volvieron salvajes de espíritu a causa de los alimentos y semejantes a las fieras, en sus cuerpos, a causa del hambre, de la peste, del cabellos largo y del tiempo transcurrido. Al encontrarse en una situación tal, se entregaron a Escipión. Éste les ordenó que en ese mismo día llevara sus armas al lugar que había designado y que al día siguiente acudieran a otro lugar. Ellos, en cambio, dejaron transcurrir el día, pues acordaron que muchos gozaban aún de la libertad y querían poner fin a sus vidas. Por consiguiente, solicitaron un día para disponerse a morir."
La caída de Numancia. "Tan grande fue el amor a la libertad y el valor existentes en esta pequeña ciudad bárbara. Pues, a pesar de no haber en ella en tiempos de paz más de ocho mil hombres, ¡cuántas y qué terribles derrotas infligieron a los romanos! ¡Qué tratados concluyeron con ellos en igualdad de condiciones, tratados que hasta entonces a ningún otro pueblo habían concedido los romanos! ¡Cuán grande no era el último general que les cercó con sesenta mil hombres y al que invitaron al combate en numerosas ocasiones! Pero éste se mostró mucho más experto que ellos en el arte de la guerra, rehusando llegar a las manos con fieras y rindiéndoles por hambre, mal contra el que no se puede luchar y con el que únicamente, en verdad, era posible capturar a los numantinos, y con el único que fueron capturados. A mí, precisamente, se me ocurrió narrar estos sucesos relativos a los numantinos, al reflexionar sobre su corto número y su capacidad de resistencia, sobre sus muchos hechos de armas y el largo tiempo que se opusieron. En primer lugar se dieron muerte aquellos que lo deseaban, cada uno de una forma. Los restantes acudieron al tercer día al lugar convenido, espectáculo terrible y prodigioso, sus cuerpos estaban sucios, llenos de porquería, con las uñas crecidas, cubiertos de vello y despedían un olor fétido; las ropas que colgaban de ellos estaban igualmente mugrientas y no menos malolientes. Por estas razones aparecieron ante sus enemigos dignos de compasión, pero temibles en su mirada, pues aún mostraban en sus rostros la cólera, el dolor, la fatiga y la conciencia de haberse devorado los unos a los otros."

"Escipión, después de haber elegido cincuenta de entre ellos para su triunfo, vendió a los restantes y arrasó hasta los cimientos a la ciudad. Así, este general romano se apoderó de las dos ciudades más difíciles de someter: de Cartago, por propia decisión de los romanos a causa de su importancia como ciudad y cabeza de un imperio, por su situación favorable por tierra y por mar; y de Numancia, ciudad pequeña y de escasa población, sin que aún hubieran decidido nada sobre ella los romanos, ya sea porque lo considerara una ventaja para éstos, o bien porque era un hombre de natural apasionado y vengativo para con los prisioneros o, como algunos piensan, porque consideraba que la gloria inmensa se basaba sobre grandes calamidades. Sea como fuere, lo cierto es que los romanos, hasta hoy en día, lo llaman "Africano" y "Numantino" a causa de la ruina que llevó sobre estas ciudades. En aquella ocasión, después de repartir el territorio de Numancia entre los pueblos vecinos, llevar a cabo transacciones comerciales con otras ciudades y reprimir e imponer una multa a cualquier otro que le resultara sospechoso, se hizo a la mar de regreso a su patria."

Después de Numancia.
"Los romanos, como era su costumbre, enviaron a diez senadores a las zonas de Iberia recién adquiridas, que Escipión o Bruto antes que él habían recibido bajo rendición o habían tomado por la fuerza, a fin de organizarlas sobre una base de paz. Posteriormente, al haberse producido otras revueltas en Iberia, fue elegido como general Calpurnio Pisón. A él le sucedió en el mando Servio Galba. Sin embargo, cuando los cimbrios invadieron Italia, y Sicilia se debatía en la segunda guerra de los esclavos, no enviaron ningún ejército a Iberia a causa de sus múltiples preocupaciones, pero enviaron legados para que llevaran la guerra del modo que les fuera posible. Después de la expulsión de los cimbrios, llegó Tito Didio y dio muerte hasta veinte mil arevacos. A Termeso, una ciudad grande y siempre insubordinada contra los romanos, la trasladó desde la posición sólida que ocupaba a la llanura y ordenó que sus habitantes vivieran sin murallas. Después de poner sitio a Colenda, la tomó a los ocho meses de asedio por rendición voluntaria y vendió a todos sus habitantes con los niños y las mujeres."
"Existía otra ciudad próxima a Colenda, habitada por tribus mezcladas de los celtíberos , a quienes Marco Mario había a sentado allí hacía cinco años con la aprobación del senado, por haber combatido como aliados suyos contra los lusitanos. Pero éstos a causa de su pobreza se dedicaron al bandidaje. Didio, tras tomar la decisión de destruirlos, con el beneplácito de los diez legados todavía presentes, comunicó a los notables que quería repartirles el territorio de Colenda en razón de su pobreza. Cuando los vio alegres, les ordenó que comunicaran al pueblo esta decisión y acudieran con sus mujeres e hijos a la repartición del terreno. Después que llegaron, ordenó a sus soldados que evacuaran el campamento y, a los que iban a recibir el nuevo asentamiento, que penetraran en su interior so pretexto de inscribir en un registro a la totalidad de ellos, en una lista los hombres y en otra las mujeres y los niños para conocer qué cantidad de tierra era necesario repartirles. Cuando hubieron penetrado en el interior de la zanja y empalizada, Didio, rodeándoles con el ejército, les dio muerte a todos. Y por estos hechos también celebró su triunfo Didio. De nuevo se sublevaron los celtíberos y, enviado Flaco contra ellos, mató a veinte mil. En la ciudad de Belgeda, el pueblo, presto a la revuelta, prendió fuego al consejo, que se hallaba indeciso, en el mismo lugar de su reunión. Flaco marchó contra ellos y dio muerte a los culpables."
"Éstos son los hechos que encontré dignos de mención en las relaciones de los romanos con los iberos , como pueblo, hasta este momento. En un período posterior, cuando surgieron en Roma las disensiones entre Sila y Cinna, y el suelo patrio se vio dividido por guerras civiles y campamentos, Quinto Sertorio, del partido de Cinna, elegido para mandar en Iberia, sublevó a esta última contra los romanos. Después de reunir un gran ejército y crear un senado de sus propios amigos a imitación del senado romano, marchó contra roma con atrevimiento y una moral elevada. También en lo demás era renombrado por su celo extremado, hasta tal punto que el senado, lleno de temor, eligió contra él a aquellos de sus generales que gozaban de la máxima fama entonces: Cecilio Metelo con un gran ejército y Gneo Pompeyo con otro ejército, para que repelieran de cualquier manera posible esta guerra fuera de Italia, gravemente aquejada por la guerra civil. Pero a Sertorio lo mató Perpenna, uno de sus partidarios, que se plocamó a sí mismo general de la facción en su lugar, y Pompeyo dio muerte en el combate a Perpenna, de modo que esta guerra que había causado gran alarma a los romanos por el miedo llegó a su fin. Los pormenores de la misma los mostrará el libro de la guerra civil concerniente a Sila."
"Después de la muerte de Sila, fue elegido como pretor para Iberia, Gayo César, con poder incluso para hacer la guerra a quienes fuera necesario. Sometió por la fuerza de las armas a todos aquellos pueblos iberos que estaban agitados o faltaban por someter a los romanos. A algunos que se sublevaron los sometió Octavio César, el hijo de Gayo, llamado Augusto. Y me parece a mí que desde aquel tiempo los romanos dividieron Iberia -a la que precisamente ahora llaman Hispania- en tres partes y comenzaron a enviar, cada año, gobernadores a cada una de ellas, dos elegidos por el senado y el tercero por el emperador por el tiempo que estimase oportuno."

3 comentarios:

  1. Me ha gustado el post, estoy reuniendo información para un relato, y he llegado a tu blog, Buen trabajo.

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  2. Lo del gladius que derive de la falcata no esta muy claro,hoy hay estudios que van en la espada atrofiada de antenas comomla mas probable

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