Bello lugar, es lo que significa la palabra Belchite, Belchite fue un pueblo de los más prósperos de principios del siglo XX en la provincia de Zaragoza, entre sus bellos muros de estilo mudéjar llegaron a contabilizarse dos conventos y varias iglesias, símbolo de la buena salud económica de la comarca.


En 1838, las calles de Belchite fueron escenario de duras confrontaciones fruto de la Guerra Carlista. Pero todavía quedaba una gran batalla que los muros de Belchite no podrían soportar.
En el verano de 1937, en plena guerra civil, los republicanos arrasan literalmente el pueblo de Belchite, defendido por los nacionales. Seis mil personas, entre soldados y civiles, mueren en pocos días. En el pueblo, apenas un puñado de casas han quedado en pie. El control del bando republicano sobre la zona duraría poco tiempo, pues las tropas del General Franco acabarían por ganar la guerra, como por todos es sabido.

La construcción del nuevo Belchite fue llevada a cabo por prisioneros de guerra, de este modo Franco se vengaba en cierto modo de aquellos que destrozaron el pueblo haciéndoles construir uno nuevo. En 1946, los vecinos pudieron ocupar las primeras y mejores casas de Belchite, aunque el pueblo no fue inaugurado hasta 1954 y no fue hasta finales de los 60, que el traslado se dio por terminado. Desde entonces, el viejo pueblo de Belchite permanece pausado en el tiempo como gigantesco monumento de la memoria y el pasado.
Sin duda, es el pueblo abandonado, maldito, fantasma… como queramos llamarlo, más visitado de España, pues sus ruinas son visitadas todos los años por más de diez mil personas. Algunas como homenaje o recuerdo de lo que sucedió allí, otras como simple visita turística y otras muchas, atraídas por las leyendas que cuenta que las almas de los que allí murieron, todavía caminan por sus calles.

Las leyendas de Belchite.
Desde su total abandono en la década de los 60 y dado su pasado doloroso y sangriento, junto con el perfil fantasmal de edificios semiderruidos. Belchite viejo ha sido un centro de peregrinación para investigadores de lo paranormal de todo el mundo. Las ruinas de los conventos de San Rafael y San Agustín, la inquietante torre del reloj, el viejo cementerio, la iglesia de San Martín… cualquier rincón de este pueblo es un lugar idóneo para pasar una noche con una grabadora y un termo de café.
Y los resultados de estos investigadores no tardaron en producirse. Decenas de psicofonías, grabaciones en las que se escuchan los ecos de la guerra como si aquellos terribles días de 1937 hubiesen quedado impregnados en todas y cada una de las piedras del lugar. Aviones, bombas, disparos… lamentos. Con el paso de los años las leyendas fueron aumentando, en gran parte gracias a estas psicofonías. Presencias misteriosas que caminan por las solitarias calles, sombras que parecen desaparecer en el interior de las casas al paso de los visitantes, fotografías en las que aparecen figuras entre las ruinas, manos que arañan las tiendas de campaña de jóvenes que pasan allí la noche como gesto de hombría, campanas que hace años que desaparecieron y que vuelven a repicar en las noches más oscuras, un niño juguetón que suele asomarse en lo más alto del campanario… quizás sea él quien toca las campanas. Voces que hielan la sangre a los visitantes recomendándoles que se marchen de allí…

“Pueblo viejo de Belchite, ya no ten rondan zagales, ya no se oirán las jotas que cantaban nuestros padres”
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