viernes, 23 de mayo de 2014

La mentira de Little Bighorn.

Diga lo que diga Hollywood, ciertamente, el 25 de Junio de 1876 no fue un día glorioso para la caballería norteamericana, la melodramática lucha de un puñado de soldados desmontados, formando un círculo y luchando hasta el final después de agotar sus municiones matando indios, sólo existió en la mente de los guionistas de Hollywood, que hicieron de Custer y de sus desgraciados hombres un mito. La triste realidad es que los 225 soldados de Custer no ofrecieron casi en ningún momento una resistencia digna de tal nombre. Intentaron ponerse a salvo, y durante la media hora que duró la matanza fueron siendo perseguidos, rodeados y aniquilados. Prueba de ello es que apenas fueron capaces abatir a un solo indio. Los soldados de Custer eran unos 600, que se enfrentaron a unos 3.000 indios, en una proporción de 1 contra 5. Cuatro quintas partes de los indios combatían con lanzas, hachas y flechas. Y más de la mitad de las escasas armas de fuego que utilizaban eran viejos fusiles de avancarga. Además, en la batalla contra la columna de Custer, los indios cargaron a caballo contra los sorprendidos soldados, los persiguieron, los descabalgaron de sus monturas y los remataron cuerpo a cuerpo, en muchos casos saltando sobre ellos desde sus ponis profiriendo sus clásicos y estremecedores gritos de guerra. Los guerreros Sioux y Cheyennes apenas hicieron, pues, uso de sus escasas armas de fuego. Los guerreros hostiles no perdieron en la batalla más de 40 hombres, y la mayoría fueron abatidos por las descargas pie en tierra de los hombres de Reno, en los escasos minutos en los que fueron capaces de conservar la cohesión táctica. Éste, por su parte, perdió unos 70 soldados en el curso de la batalla, lo que eleva a unos 300 los caídos del 7º regimiento de caballería, casi un 50% del total. Los americanos, durante décadas, llegaron a convertir en un héroe y un ejemplo para los escolares a un canalla megalómano. Si George Armstrong Custer hubiese sobrevivido a la masacre del Little Bighorn, debería haber sido llevado ante una corte marcial y fusilado por desobedecer deliberadamente órdenes de sus superiores y por conducir a sus hombres a la muerte por un desmedido exceso de ambición personal. Sin embargo, las investigaciones subsiguientes a la batalla efectuadas por el ejército americano, se centraron, por increíble que parezca, en intentar averiguar cual de los dos subordinados principales de Custer, Reno o Benteen, fue culpable de su muerte.

Sin embargo, su cuerpo fue desenterrado del campo de batalla y enterrado de nuevo con todos los honores en West Point, la academia en la que se graduó siendo el último de su promoción. No obstante, en los últimos años la figura de Custer ha sido objeto de estudios más rigurosos y críticos.

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